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Se impone pensar a conciencia en candidatos y propuestas que valgan la pena para saber por quien vamos a votar en las próximas justas electivas, todo lo cual en beneficio de la salud de nuestra localidad, ciudad y departamento; más por cuanto bien sabemos desde la aparición de El Príncipe de Maquiavelo, que la política es la lucha por el poder. Igual sabemos, por dicho de grandes politólogos de ayer y de hoy, más específicamente, Max Weber, que quien hace política aspira al poder; al poder como medio para la consecución de otros fines (idealistas o egoístas) o al poder por el poder mismo, para gozar del sentimiento de prestigio que él poder confiere.
Plantea dos modos de hacer política este importante sociólogo alemán, vale decir, vivir para ella o vivir de ella. En el primero de los casos, cabe lo cual a quienes la convierten en el sentido de su vida, en su razón de ser, en horizonte para sí y los demás, indicando el camino a seguir, señalando propósitos del inmediato a largo plazo, del presente al futuro, elaborando rutas y estrategias para establecer como alcanzarlos; esto es, y sería lo correcto, por parte de todos quienes en este ámbito se encuentran, presentando cambios y fundamentales transformaciones, poniendo su vida al servicio de causas trascendentales y de unas personas que necesitan de un liderazgo que podemos resumir en su decir, como aquellos para quienes la política es una vocación que contiene pasión, sentimiento de responsabilidad y sentido de proporción.
En el segundo de los casos, abominable por demás, quienes de ella viven (y que son los más), no tienen, ni siquiera de lejos, el sentido que a la vida le dan los objetivos de transformación y trascendencia, pues su fin es pelechar a mares de los muchos beneficios personales que los dividendos del poder les otorga. Son lo que se denominan líderes de conveniencia, líderes transables, mismos que dan lo uno a cambio de esto otro o aquello, siempre en la procura de un beneficio estrictamente personal o para el grupo al que pertenece o lo tiene puesto allí.
El verdadero líder tiene causa y visión de futuro. Es ético, ecuánime, equitativo, justo, con sentido de propósito en beneficio colectivo, juicio sobrio y sentido de responsabilidad, calidades que integralmente generan políticos de valía y grande significación en socorro de los intereses superiores de la ciudadanía y la comunidad en general, razón por la que antes de jugarnos por un candidato, partido, movimiento o grupo político, importa reflexionar, estudiar trayectorias, optar por personas de primera condición, probadas, demostradas, en la seguridad que pocos valen la pena. No nos equivoquemos más por favor. saramara7@gmail.com