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Los cachorros de Chicago eliminaron a Nacionales en un juego de infarto y disputarán banderín de Liga Nacional contra los Dodgers. /AFP
Los Dodgers lo tienen todo a su favor. Descansados, con su rotación intacta y fijada, con la mejor marca de las Mayores en el 2017 y una nómina profunda y versátil. ¿Quién se atreve a apostar contra Los Ángeles? Habría que estar loco para darles los votos a esos Cachorros dirigidos por el lunático Joe Maddon.
El equipo azul despachó sin miramientos a los Diamondbacks en tres juegos con esa capacidad casi única de exprimir a los lanzadores rivales, con esa zona de strike disciplinada que los convirtió en el club que menos swines baldíos realizara en la temporada.
La predicción obligada dirá que los californianos ganarían la Serie de Campeonato prevista para iniciar hoy en Los Ángeles, pero con Maddon y su banda de jóvenes peloteros, los pronósticos salen sobrando, no caben dentro de una caja.
El pensamiento lineal no existe para Maddon, quien sigue jugando al filo del abismo con sus cuestionables movimientos de personal y a quien los dioses del béisbol, por el momento, le han dado un pase libre para continuar tirando los dados a conveniencia, sin pensar en qué números puedan caer tras el súbito movimiento de mano.
Lo hizo en la postemporada pasada y, a juzgar por lo visto en la Serie Divisional ganada a los favoritos Nacionales de Washington, no tiene intención de apartarse de esa improvisación aparente que obliga a los fanáticos -y mucho más a los expertos- a llevarse las manos a la cabeza.
Ahora solo John Lackey viste el descanso necesario, Kyle Hendricks y Jon Lester, sus ‘caballos de hierro’ del 2016, han visto trastocadas sus rutinas, y Kris Bryant y Anthony Rizzo han dejado de producir consistentemente.
Del otro lado, como un ejército en espera antes de la batalla, se muestran los Dodgers, tan perfectos y completos, guiados por el formal Dave Roberts, con un Klayton Kershaw siempre listo a la redención y una cantidad de brazos solventes y profundos, al punto que Kenta Maeda viene desde el bullpen.
Los Dodgers jugaron de manera ordenada y compacto desde abril a septiembre. Los Cachorros se olvidaron de la primera mitad de la temporada y llegaron a la pausa del Juego de las Estrellas por debajo de .500 (43-45) y a cinco juegos del líder en la División Central.
Un día después del choque en Miami, Chicago recuperó su forma de campeón y arrasó con todo a su paso para ganar su grupo para recordarles a todos que el rey estaba listo para defender su corona.
Y ahora están frente a frente por el título de la Liga Nacional, con dos estilos de juego, dos filosofías de béisbol, dos mánager distintos en su pensamiento y el mismo deseo de avanzar a la Serie Mundial.