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El presidente Iván Duque ha reiterado que prefiere mantener unas relaciones respetuosas con el Congreso, antes que estar ´comprando´ parlamentarios a punta de nombramientos y contratos.
POR:
ARGEMIRO
PIÑEROS MORENO
Las ‘alarmas’ políticas en la Casa de Nariño se prendieron el miércoles pasado cuando en el Congreso de la República un grupo de destacados e influyentes senadores y representantes de los partidos Liberal, Cambio Radical y La U, radicaron una serie de proyectos que impulsarán de forma conjunta, incluida lareforma a la justicia que el año pasado intentó sin éxito el gobierno Duque.
Y en efecto, el gobierno tiene razones para preocuparse, porque lo ocurrido esta semana ratificó lo que ya venían diciendo diversas voces: el presidente IvánDuque, sin haber cumplido todavía su primer año de mandato, enfrenta un problema de gobernabilidad.
Lo que más preocupa en el alto gobierno es que a la denominada Nueva Alianza, se podría sumar el bloque de los opositores, en donde están las bancadas de los partidos Alianza Verde, Polo Democrático, decentes y Farc, lo que haría muy complejo que el presidente Duque y sus ministros logren el apoyo a alguno de sus proyectos.
Aunque la situación es relativamente nueva en la política colombiana (muy pocas veces ha ocurrido que el gobierno no tenga unas mayorías fijas en el Congreso), sí era una posibilidad real contemplada por Duque desde que se posesionó en agosto pasado y decidió trabajar sin depender de lleno de los partidos. Así lo demostró al integrar su gabinete ministerial en donde convidó pocos políticos de colectividades tradicionales para que le acompañaran.
Según Duque, esa estrategia que emplea se fundamenta en el respeto a la independencia de poderes, en donde él, como presidente de la República, no interfiere para imponer las normas sino que deja que se dé la deliberación necesaria.
Y si es por independencia, el Congreso de la República ha mostrado por el momento, que la está ejerciendo de lleno. En diciembre, aprobó una reforma tributaria muy diferente a la que llevó el Gobierno, y con la que esperaba recoger 14 billones de pesos. Al final, el recaudo quedó sólo en poco más de 7 billones de pesos.
Pocos días antes, en la Cámara de Representantes, las ministras del Interior y Justicia, Nancy Patricia Gutiérrez y Gloria María Borrero, respectivamente, vieron cómo se hundió la reforma a la Justicia, que fue una de las apuestas legislativas que planteó en su discurso de posesión. Una suerte muy similar lapasó a la reforma política, que alcanzó a ser votada en cuarto debate, pero más por un ‘formalismo’, pues todo apunta a que esta norma sucumbirá en su segunda vuelta.
Esa independencia fue la que tuvo penando al equipo económico del Gobierno en marzo pasado para lograr la aprobación, en primer debate, del plan nacional de desarrollo, la llamada hoja de ruta para los cuatro años de gobierno. Un proyecto que en su primera versión parecía una gran reforma tributaria y no un plan de desarrollo.
Frente a este complejo momento de gobernabilidad, el profesor Alejo Vargas sostiene: “el presidente Iván Duque desde el principio planteó una relación entre el Ejecutivo y el Congreso en la que se hicieran consensos alrededor de discusiones de los temas de país. Eso en teoría es perfecto, pero en ningún sistema político funciona de esa manera. Siempre se buscan alianzas que respalden al Gobierno, y en estos momentos el presidente no las tiene. Eso no quiere decir que en algunos temas no se pueda lograr consensos”.
Pero como la estrategia fue de largo plazo, al menos para el primer año, Duque apostó por un tema que acabó de agitar los ánimos políticos, la necesidad de presentar una agenda legislativa que reforma algunos aspectos de los acuerdos de paz, para lo cual arrancó con las objeciones a la ley estatutaria de laJusticia Especial de Paz. Esto llevó a que varios congresistas que le estaban acompañando lo dejaron sólo en ese propósito, aunque esto sólo se podrá medir hasta cuando sean votadas en las plenarias.
Vargas se expresa en el mismo sentido, “ luego de que el presidente hizo las 6 objeciones a la Ley Estatutaria de la JEP, lo que hizo fue revivir la línea defensora de la paz en el Congreso. Por eso no tiene las mayorías y es muy probable que las objeciones no prosperen”. La votación en la Cámara de Representantes se podría dar la semana próxima, mientras que en el Senado sólo se programaría hasta después de Semana Santa, con el fin de que el golpe político por esta derrota del gobierno no sea tan sonoro.
El analista Jorge Iván Cuervo afirma que la gobernabilidad de Duque se ha debilitado porque no logró, como gobernante, mantener el apoyo que partidos como la U y el Conservador le dieron como candidato para la segunda vuelta.
“Al inicio de su mandato uno hubiera podido pensar que los partidos que lo acompañaron en la segunda vuelta, lo iban a apoyar en el Congreso, pero se ha visto que no. La actitud que ha demostrado el Gobierno y el Centro Democrático, en especial en temas de la paz, ha hecho que estos partidos se hayan alejado y que no cuente con apoyo, perdiendo gobernabilidad y eso hace que no pueda mover su agenda legislativa y eso es grave para un presidente”, explica.
Por ejemplo, la U, que desde septiembre del año pasado se declaró como partido de gobierno, le ratificó esta semana que no lo acompañará en la votación de las objeciones a la JEP. Eso significa al menos 35 votos de ese partido entre senadores y representantes no se tendrán para ese menester legislativo.
En el conservatismo, el otro partido de gobierno, hay dudas sobre qué tan firme sea el acompañamiento en los temas de paz. Aunque el nuevo presidente dela colectividad, Ómar Yepes, reiteró que el voto será positivo, los que votan son los congresistas, de modo que el ala que acompañó a Juan Manuel Santos en el proceso de paz podría apartarse. En cuentas provisionales serían unos 20 congresistas entre Senado y Cámara.
Un aliado parcial ha sido Cambio Radical. Dos de sus senadores fueron definitivos (Luis Eduardo Diazgranado y Arturo Char) para aprobar el plan de desarrollo en primera vuelta, mientras que en diciembre con votos de esa colectividad fue que se salvó la llamada ley de financiamiento. Sin embargo, el jefe del partido, Germán Vargas, impuso que esta votación, la de las objeciones, se dé en bancada, con lo cual ratifica lo dispuesto por las mayorías, negar las objeciones. Eso obligaría al llamado sector de la ‘Casa Char’ a votar de esa manera aunque no quiera.
Para algunos analistas lo que le ha faltado al gobierno es estrategia en el manejo del Congreso. El profesor Alejo Vargas considera que no se puede decir que el Gobierno no hace la tarea de tratar de generar acuerdos con los congresistas, pero el papel hecho por las ministras del Interior y Justicia no ha sido el mejor calificado, en particular el de la ministra Gloria Borrero, quien ha logrado generar en torno suyo el rechazo de partidos como el conservador, liberal y hasta de miembros del Centro Democrático, que es la casa del presidente Iván Duque.
Una voz muy crítica desde esas filas la expresó el senador José Obdulio Gaviria, quien reclamó mayor participación de la ministra Borrero en el tarea legislativa, porque luego de que se le hundiera la reforma a la justicia en diciembre, ahora permitió que se le adelantaran estos partidos que ya se denominan como la Nueva Alianza.
Eso ha vuelto nuevamente a que se planteen cambios en el gabinete presidencial sin esperar a que se llegue a agosto. “Eso es lo que muy posiblemente va a suceder, pero no sé dará hasta que se acabe la legislatura en junio porque hacer ese cambio antes de esa fecha es demostrar debilidad”, dijo el profesor Vargas.
El analista Cuervo tiene una visión diferente. “No creo que se resuelva con un cambio de ministros, sino de enfoque. Duque es rehén del Centro Democrático, y si quiere hacer un cambio de enfoque, no va a tener el respaldo de su partido, y no tiene el carácter para distanciarse de su partido. EL CD no le permitiría hacer un cambio de enfoque, con los que podría ganar apoyo de otros partidos”.
Por ahora las cuentas de Duque es que su alianza de gobierno seguirá con el uribismo, las mayorías del conservatismo, el bloque de los congresistas cristianos y el Partido de la U, que se divide frente a algunos temas, pero que le acompañará en la mayoría.
El lado negativo de la ‘ecuación’ política es que los independientes, el liberalismo y Cambio Radical, están cada vez más inclinados hacia la oposición que a estar en el campo intermedio en donde acompañan en algunos temas pero en otros se aleja.
Una alianza total de independientes con oposición se podría dar, pero el inconveniente de la misma es que ideológicamente están en posturas diferentes, por lo que actuaría sólo para asuntos más de interés conjunta como el cumplimiento de los acuerdos de paz.