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El viaje relámpago de May representa su último esfuerzo para conseguir de la Unión Europea (UE) las garantías que el Parlamento británico reclama para aprobar el acuerdo que ya rechazó en enero, después de muchas idas y venidas de negociadores a Bruselas en las últimas semanas.
La primera ministra británica, Theresa May, viajó a Estrasburgo para reunirse con el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, en un último esfuerzo por salvar el acuerdo del Brexit, la víspera de un voto crucial en Londres.
Minutos después de las 21H00 (20H00 GMT), Juncker recibió a la mandataria británica a la entrada del edificio Winston Churchill, anexo a la sede de la Eurocámara en esta ciudad del noreste de Francia, junto al negociador europeo Michel Barnier.
El viaje relámpago de May representa su último esfuerzo para conseguir de la Unión Europea (UE) las garantías que el Parlamento británico reclama para aprobar el acuerdo que ya rechazó en enero, después de muchas idas y venidas de negociadores a Bruselas en las últimas semanas.
Y, todo ello, cuando el tiempo se acaba. Los diputados británicos deben pronunciarse de nuevo sobre el acuerdo con las eventuales garantías el martes y May debe presentar un una moción escrita en la Cámara de los Comunes antes de las 22h00 GMT de este lunes.
Tras los contactos infructíferos de los últimos días, varios responsables europeos consideraron el lunes que la UE propuso todo lo que estaba en su mano y que la pelota se encuentra ahora en el campo británico.
«Hemos conversado todo el fin de semana y, ahora, las discusiones, las negociaciones, son entre el gobierno en Londres y el Parlamento británico», dijo a la AFP el negociador jefe europeo Michel Barnier.
«Ahora la Cámara de los Comunes debe tomar decisiones importantes», agregó el portavoz de la Comisión Europea, Margaritis Schinas, mientras en Berlín, la canciller alemana Angela Merkel afirmó que realizaron «una oferta importante» a Reino Unido, que «ahora» debe «reaccionar».
Casi tres años después del referéndum de junio de 2016, en que un 52% de votantes se declaró a favor de salir de la Unión Europea, el tiempo se le está echando encima a la líder conservadora británica.
Si nada cambia, el país debe abandonar el bloque el 29 de marzo y, ante la falta de un acuerdo, crece el temor de que se vea abocado a hacerlo brutalmente, lo que tendría dramáticas consecuencias económicas y sociales para el país.
El acuerdo que May negoció arduamente durante año y medio con la UE fue estrepitosamente rechazado por los diputados británicos en enero.
La primera ministra prometió entonces renegociar con Bruselas su punto más conflictivo: la salvaguarda irlandesa, un mecanismo para evitar la reinstauración de una frontera física entre la República de Irlanda -país miembro de la UE- y la provincia británica de Irlanda del Norte.
LONDRES, AFP