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Con vallas metálicas ubicadas en las calles peatonales del Centro Histórico, la Policía de Turismo persuade el ingreso de vendedores ambulantes y personas que piden comida a los clientes en los negocios. /LUIS PARRA.
Más allá de ofrecer un buen servicio al cliente urge una mayor atención a los problemas sociales como la mendicidad y la migración que facilite la privacidad e intimidad en los restaurantes.
El aumento de la población migrante sumado a la creciente mendicidad que ronda las calles, avenidas, lugares públicos y restaurantes de Santa Marta preocupa a los dueños de restaurantes y otros negocios, quienes piden a las autoridades su colaboración para reducir el impacto negativo en sus establecimientos.
La situación fue expuesta por Jorge Manosalva, representante de la cevichería Enmanuel, en el marco del lanzamiento de la campaña ‘Santa Marta te sirve bien’ que se cumplió en El Rodadero. Dijo que no se trata de una crítica sino más bien de una reflexión ya que el fenómeno social de la mendicidad escreciente e incide en la imagen de la ciudad como un destino turístico de calidad.
‘‘No hay duda que Santa Marta tiene su mayor potencialidad en la industria turística pero no podemos desconocer la existencia de una problemática social que se acentúa en los restaurantes particularmente aquellos que cuentan con terrazas abiertas en donde llegan familias completas a comer y son interrumpidas por algunas personas que ingresan a pedir comida. He tenido clientes que me dicen que el ambiente y la sazón del negocio son agradables pero que no regresarán porque se sintieron acosados por los mendigos’’, indicó Manosalva.
Fue categórico al mencionar que más allá de ofrecer un buen servicio urge una mayor atención a los problemas sociales como la mendicidad y la migración para lograr un acompañamiento de las autoridades en una responsabilidad social corporativa que facilite la privacidad e intimidad en los restaurantes.
Según el empresario, en puntos estratégicos del Centro Histórico de Santa Marta ya se observan vallas metálicas que se están instalando los fines de semana como algo para persuadir el ingreso de personas que piden comida a los comensales, algo que incide negativamente en la experiencia gastronómica.