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Francia busca respuestas tras el caos y guerrilla urbana en París

El presidente Emmanuel Macron dijo que «no aceptará jamás la violencia», que «nada tiene que ver con la expresión de una legítima cólera» de los «chalecos amarillos», que globalmente protestan contra el precio de los carburantes y la pérdida de poder adquisitivo.

El presidente francés, Emmanuel Macron, dirigió ayer una reunión de urgencia del ejecutivo, un día después de una jornada de caos en toda Francia y violentas escenas en París, en plena escalada del conflicto de los «chalecos amarillos», convertido ahora en grave crisis política.

Recién llegado de Buenos Aires, donde participó en el G20, el mandatario francés se trasladó al Arco del Triunfo, en los Campos Elíseos, uno de los lugares donde se produjeron las protestas más violentas, para recogerse ante la llama al soldado desconocido y para constatar los daños. Durante esta visita, algunos «chalecos amarillos» lo abuchearon.

Después dirigió una reunión de urgencia con algunos de sus ministros clave para hallar una respuesta a un movimiento que parece escapar a cualquier control.

El sábado, cuando aún ardían automóviles en París, Macron declaró desde Buenos Aires que «no aceptará jamás la violencia», que «nada tiene que ver con la expresión de una legítima cólera» de los «chalecos amarillos», que globalmente protestan contra el precio de los carburantes y la pérdida de poder adquisitivo.

VIOLENCIA «SIN PRECEDENTE»           

La violencia en París fue de «una gravedad sin precedente», dijo el domingo el prefecto de policía Michel Delpuech.

En total, 412 personas fueron detenidas, «un nivel nunca alcanzado en las últimas décadas», agregó Delpuech en conferencia de prensa, y lamentó la «violencia extrema e inédita» contra las fuerzas del orden con «lanzamiento de martillos» y «bolas de acero».

Unas 136.000 personas participaron en el tercer sábado de protestas organizadas en el conjunto del territorio francés por los «chalecos amarillos», lo que representa un aumento en el número de manifestantes respecto a las protestas de la semana anterior, en las que participaron 106.000 personas, según cifras del gobierno francés.

Los disturbios, de una magnitud inédita en París, causaron 133 heridos —entre ellos 23 de las fuerzas de seguridad.

También se produjeron incidentes en el resto del territorio francés. 

En el sur del país, en Toulouse, 57 personas resultaron heridas, entre las cuales había 48 agentes de policía, mientras que en Arles, el sábado por la noche falleció un motorista al golpearse con un camión durante un atasco originado por un bloqueo de los «chalecos amarillos». Se trata de la tercera muerte desde que empezaron estas protestas.

Tras condenar «cualquier tipo de violencia» se declararon dispuestos a un diálogo con el gobierno, aunque plantearon varias reclamaciones: un gran debate sobre la fiscalidad con la participación de los ciudadanos, la organización de «referendos regulares sobre las grandes orientaciones sociales del país» o una «conferencia social nacional»

Jacline Mouraud, figura de los «chalecos amarillos», una de iniciadoras del movimiento en las redes sociales, dijo a la AFP que «una condición previa a cualquier discusión» es la anulación del alza de las tasas a los combustibles. 

PARÍS AFP

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