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Juez y Fiscal envían a la cárcel a Keiko Fujimori

Tras su ruptura política a comienzos de año con su hermano Kenji, de 38 años, su idea era fortalecer al fujimorismo y reunificar a su familia de cara a las elecciones de 2021, pero ahora la meta parece más lejana.

Keiko Fujimori recordará este mes de octubre como uno de los más amargos de su carrera política, luego de que un juez peruano la envió a prisión y su monolítico partido se sumió en una crisis.

 

La primogénita del expresidente Alberto Fujimori (1990-2000) lucía desencajada este miércoles mientras el juez Richard Concepción Carhuancho anunciaba su decisión de mandarla a prisión preventiva por 36 meses, por supuestamente recibir aportes ilegales de la constructora brasileña Odebrecht para su campaña electoral en 2011.

Acostumbrada a manejar todo a su alrededor, esta política de 43 años de ancestros japoneses que se ufanaba de ser fría e imperturbable, abría y cerraba los ojos nerviosamente mientras el juez leía su fallo, lo que demoró casi ocho horas, en momentos en que su partido parece una olla de presión a punto de reventar. 

Tras su ruptura política a comienzos de año con su hermano Kenji, de 38 años, su idea era fortalecer al fujimorismo y reunificar a su familia de cara a las elecciones de 2021, pero ahora la meta parece más lejana.

Keiko y Kenji están enfrentados en una guerra fratricida y ambos anhelan el sillón que su padre dejó hace 18 años en medio de un escándalo.

Muchos peruanos admiran a Alberto Fujimori porque derrotó a la guerrilla maoísta de Sendero Luminoso y la hiperinflación heredada de su antecesor Alan García, y sus hijos se beneficiaron de esta popularidad.

Keiko, que en japonés significa «hija bendita», ha pasado la mitad de su vida envuelta en política, a la que ingresó contra su voluntad, según confesó, por una conjunción de circunstancias familiares con un signo en común: la ruptura.

En 1994, a sus 19 años, la separación de sus padres la propulsó a convertirse en primera dama sustituta. Todo en medio de un trauma familiar: su madre denunció a hermanos y familiares de su marido-presidente por comercializar donaciones de Japón destinadas a familias pobres. También dijo haber sido torturada. 

Ella optó por quedarse en Perú y enfrentó acusaciones por presunto mal uso de fondos públicos en el pago de sus estudios en Estados Unidos.

Salió limpia, y ese episodio le cimentó una imagen corajuda. Dio la batalla cuando hasta los hermanos de su padre se convertían en prófugos de la justicia.

Hace unos días, la filtración en la prensa de los contenidos del chat grupal de los líderes fujimoristas, llamado «La Botica», develó el modo autocrático en que Keiko manejaba al Congreso peruano desde las sombras.

A través del chat, Keiko daba instrucciones a los legisladores fujimoristas sobre cómo votar o reaccionar ante una pregunta de la prensa. Incluso les ordenaba si debían aplaudir un discurso.

Su mayoría parlamentaria le permitió mantener contra las cuerdas a Kuczynski hasta forzarlo a renunciar a la presidencia en marzo pasado, tres meses después de que el mandatario indultara a su padre.

LIMA AFP

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