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Nomofobia es la palabra que se usa para designar el miedo a no tener cerca el teléfono, una conducta similar a quienes padecen una adicción
A Fabio Carmona le empezaron a doler los pulgares desde que comenzó a usar un teléfono inteligente que compró en mayo, uno de esos que denominan tabléfono (phablet en inglés), porque son tan grandes que podrían parecer una tableta.
La molestia no era muy intensa, cuenta, pero si usaba el equipo para textear durante un tiempo prolongado sentía el dolor. Entonces buscó en Google una posible solución y encontró que podía hacerse unos masajes en el músculo aductor del pulgar (este permite que el dedo se aleje del plano medio de la mano); sin embargo, el único remedio, le dijo el médico, era disminuir el uso del equipo, al que él se considera “adicto”.
Lo que Fabio no encontró en Google, no porque no esté, sino porque no lo buscó, es que su enfermedad ya tiene nombre, existe y no es el único que la padece. Se llama pulgar de celular (smartphone thumb), así la denominaron en 2017 médicos investigadores de la Clínica Mayo en Rochester (Minnesota), entre ellos la ingeniera biomédica Kristin Zhao.
Según le contó ella a la cadena televisiva CBS en Estados Unidos, formalmente se conoce como tendinitis, que es la inflamación del tendón. Esa, dijo la doctora, es una condición común en los empleados de fábricas que realizan tareas manuales, sin embargo, por estos días es más generalizada, y no hay que trabajar en alguna manufactura para padecerla, basta con chatear todos los días por WhatsApp.
“Nuestra hipótesis es que el movimiento anormal de los huesos en el pulgar podría estar causando el inicio del dolor y una posible artrosis”, explica Zhao, quien ha abordado el tema en los últimos años.
Un estudio de 2015, titulado Efectos del uso excesivo del teléfono inteligente en la función de la mano, la fuerza de agarre y el nervio mediano, concluyó que el uso excesivo de este aparato también agranda el nervio mediano e incide en la disminución de la fuerza de agarre y perjudica las funciones motrices.
Vivir cabizbajo
Los pulgares no son los únicos perjudicados por el uso constante del celular. Con las afecciones que deja la tecnología en las personas se podría hacer un recorrido por la taxonomía humana. La siguiente parada llevaría a la columna vertebral, que podría tener una degeneración prematura debido a la inclinación constante de la cabeza para mirar el teléfono.
La conclusión la sacó el médico Kenneth Hansraj en su estudio de 2014 llamadoEvaluación de las tensiones en la columna cervical causadas por la postura y la posición de la cabeza. En la investigación, publicada en Surgical Technology International, Hansraj destaca que la cabeza pesa cerca de seis kilos y a medida que el cuello se inclina hacia adelante y hacia abajo, el peso en la columna cervical aumenta.
En un ángulo de 15 grados, es de aproximadamente 12 kilos, a 30 grados es de 18 kilos, a 45 grados es de casi 22 kilos y a 60 grados es de 27 kilos. A esa posición, en la que es muy común ver a las personas actualmente, la denominó text beck, que en español podría traducirse como cuello de chat. “Estas tensiones llevan a un desgaste temprano, desgarro, degeneración y posiblemente cirugías”, indica el médico.
La luz que trasnocha
Y de la columna a los ojos porque las luces azules de las pantallas de dispositivos como el celular y el computador también son perjudiciales a largo plazo.
Una investigación hecha por la Universidad de Toledo en Estados Unidos y publicada por Scientifc Reports reveló que esta crea mutaciones tóxicas en la retina que pueden causar el deterioro de la mácula, que es la capa de tejido sensible a la luz, en la parte posterior del ojo.
El problema de la luz azul es que tiene una longitud de onda más corta si se compara con la que generan otros colores como el rojo, y por eso causa daños a los ojos gradualmente.
Frente a ese panorama, algunas compañías implementaron en sus dispositivos cambios de luz nocturnos para evitar, no solo esa posible enfermedad, sino también que sus usuarios no descansen como deben o se demoren más para conciliar el sueño.
Según la publicación Harvard Health, de Harvard Medical School, es conocido que la exposición a la luz suprime la secreción de melatonina, la hormona que influye en los ritmos circadianos. La luz azul “suprime la melatonina durante aproximadamente el doble que la luz verde y modifica los ritmos circadianos en el doble (3 horas frente a 1,5 horas)”, señala el informe, es decir, que ese color de luz activa y despierta a las personas.
No remedio si es así
Todas estas enfermedades serán imposibles de evitar si se sufre de esta: nomofobia, definida como el miedo a no estar al tanto del celular.
La adicción al teléfono, como cualquier otra, es considerada un trastorno. Aunque según una publicación del Ceeta, Centro de Estudios Especializados en Trastornos de Ansiedad, la adicción a internet o a los dispositivos digitales no está contemplada en la última versión del Manual de Diagnóstico y Tratamiento de los Trastornos Mentales.
Si quiere prevenir cualquiera de estas enfermedades que el mal uso de la tecnología podría causarle lo mejor es conocerlas y, por supuesto, prevenirlas, ¿cómo? Haciendo un buen uso de los avances, no tiene que desconectarse por completo.
De hecho, hoy la tecnología no solo es clave en los procesos médicos, cirugías y diagnósticos, sino que hace parte del proceso de prevención y un tratamiento más humano.
Por ejemplo, a través de herramientas de inteligencia artificial como Siri (Iphone) o Alexa (Amazon) los médicos pueden organizar los turnos de sus pacientes y sus historias clínicas previamente, para dedicarle más tiempo al examen clínico.
Para entender más sobre esa estrecha y provechosa relación entre la ciencia y la salud, EL COLOMBIANO organizó el foro Medicina y tecnología, la llave de la supervivencia, que realizará el próximo 24 de octubre en el auditorio del Museo de Arte Moderno de Medellín (Mamm), de 8:00 de la mañana a 12:00 del mediodía.
El Colombiano