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“Yo trataba de entender lo que me decían y anotaba en mi cuaderno. No tenía celular ni acceso a la gente que conocía”, contó la actriz
La protagonista, Natalia Reyes habló de su experiencia de inmersión con la cultura Wayuu de la cual quedó muy fascinada. Los samarios esperan que esta cinta sea estrenada en la ciudad.
Hoy llega a la cartelera nacional de cine una de las películas más esperadas y con talento nacional, ‘Pájaros de verano’, bajo la dirección de los esposos Cristina Gallego y Ciro Guerra.
Además esta producción cinematográfica cuenta con el papel protagónico de la joven actriz Natalia Reyes, quien tiene más de 16 años de carrera, desde que participó en el reality ‘Popstar’, el cual buscaba las nuevas estrellas del pop en el país y esta joven bogotana fue una de las finalistas.
Ahora, tras una interesante carrera en la televisión colombiana, Natalia Reyes se encuentra cumpliendo sus sueños profesionales, entre ellos, hacer cine y además, llegar a Hollywood.
Hizo parte del elenco de ‘Pájaros de verano’, la película que dirige Cristina Gallego junto a Ciro Guerra y que se estrena este jueves en cerca de 70 salas de cine del país.
Por otro lado, ya se encuentra en la preproducción de una nueva película de la saga ‘Terminator’, la creación del histórico James Cameron y que se espera que se estrene en 2019.
Pero es un tema del cual poco o nada puede hablar, y por ahora se concentra en Zaida, su personaje dentro de la película ‘Pájaros de verano’.
EN LA GUAJIRA
Aún antes de tener la certeza de que interpretaría a una mujer wayúu en esta película, la actriz empezó a interesarse en esta cultura. Lo primero que hizo fue aprender wayuunaiki con la ayuda de una indígena de esta etnia que vive en Noruega y quien tiene un canal de Youtube.
Cuando su selección para el personaje de Zaida, o Zaerra en wayuunaiki, fue confirmado hizo un viaje de inmersión a La Guajira que duró cerca de cuatro meses y que incluyó aislarse en un lugar de la ranchería, como lo dicta la cultura para las niñas en su paso a ‘majayut’, e incluso aprender a tejer.
Aunque fueron apenas tres días durmiendo en chinchorro y en contacto solo con dos mujeres de la comunidad, que le hablaban en su lengua, y en algún momento con la actriz Carmiña Martínez, quien interpreta a su dura madre, la experiencia le sirvió para comprender mejor sus costumbres.
“Yo trataba de entender lo que me decían y anotaba en mi cuaderno. No tenía celular ni acceso a la gente que conocía”, contó la actriz que recibió hasta serenata de los jóvenes de la comunidad que se acercaban a cantarle desde afuera.
Natalia tenía claro que no quería solamente imitar los sonidos en sus diálogos y sí entender el sistema de ese lenguaje. “Era escucharlos, aprender a pegar las palabras porque hablan un poco como “en letra pegada” y para eso tenía que estar ahí, oliendo, respirando, viviendo la cultura Wayúu”.
Pero si lograr entender y hacerse entender en wayuunaiki fue un reto, el baile del yonna no fue menos. “Eso lo aprendí en la ranchería, mucho ensayo, pisar la arena, irnos una tarde con las chicas y bailar ellas, bailar yo, bailar juntas. Todo en esta película es más que preparación actoral, es un proceso más antropológico. Finalmente, un poco lo que ha sido el trabajo de Ciro y Cristina, un tema de observación y escucha muy amplio, de absorber todo lo que se pueda”.
A su personaje de Zaida, la cual inicia siendo una jovencita que sale del encierro y termina siendo una mujer adulta, Natalia la considera como una especie de hilo conductor para contar sobre la transición que se dio en Colombia en la década de los 70.
“La película es en realidad un retrato muy fiel de nuestra historia como país y Zaida, con su transición a medida que avanza la película, sirve para contar cómo fue el nacimiento de la bonanza marimbera, aunque esta historia tiene que ver más con la destrucción de una familia, con sus guerras internas, violentas y dolorosas para sus integrantes. Implica también una separación de lo que quieres, de lo que es correcto, de lo que es debido y de lo que se hace. Es la historia de cómo la ambición y el dinero pueden llegar a desdibujar y a destruir una familia, una cultura, un legado de miles de años”.
Natalia Reyes resalta también uno de los aspectos que más la impactó de la cultura Wayúu: el papel de la mujer.
“La mujer es una figura fundamental muy respetada. Es una sociedad matrilineal, eres wayúu sólo si tu madre lo es. También son fundamentales en la economía, que está basada en su trabajo, en sus mochilas y otras artesanías. Pero al mismo tiempo… el tema de los matrimonios arreglados, que te elijan el marido, o en muchos lugares donde la mujer tiene que hablar a través de un hombre, es muy contradictorio. Sin embargo, más que entrar a juzgar su cultura entré a entenderla, sin justificar o defender absolutamente nada, entender de donde viene, por qué lo hacen y por qué lo respetan, cómo entran en ese contrato social que tienen”.
Natalia llegó a La Guajira con la mente completamente abierta, como un lienzo en blanco en el que se pudiera dibujar lo que es y representa ser una mujer wayúu, un mundo totalmente nuevo para ella, un mundo por el que siente mucho respeto.
“Tenía un poco de miedo de si las mujeres wayúu me aceptarían, pero fueron muy generosas y me mostraban su orgullo cuando lograba hacer bien las cosas, pronunciar bien. Para ellas era muy importante que estuviera interesada en aprender esas costumbres que tienden a desaparecer. Después de un largo y duro trabajo, adelantado en conjunto con ellos, finalmente pasé esa dura prueba de la aceptación. Me atrevo a decir que logré una representación muy fiel y respetuosa”.
Finalmente Natalia Reyes expresó que para toda la producción y para los directores Cristina Gallego y Ciro Guerra fue un gran logro representar La Guajira de hace casi 50 años, “un reto gigante que valió la pena y así se puede ver en la pantalla gigante”. /sergiov@colprensa.com