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La mentira y el cine

‘El Mago De Oz’ es una película musical fantástica estadounidense de 1939, producida por Metro-Goldwyn-Mayer.

POR:
GONZÁLO RESTREPO SÁNCHEZ
Cineasta y escritor

La mentira es cosa bien seria y el cine siempre la expone sin pudor. La mentira eternamente escoge aquello de lo que, la moral manda. “Apenas hay nada tan inconcebible como el hecho de que haya podido surgir entre los hombres una inclinación sincera y pura hacia la verdad” (Nietzsche, 1980: 4).

Creo que el cine es menos  hipócrita  (aunque yo diría que nunca) que de muchos, quienes están alrededor de nosotros. Y es que el cine en cualquier cantidad de películas lo señala.Un ejemplo sería la película de Woody Allen “Delitos y faltas” (1989). “Judah y Clifford son dos hombres contrapuestos a sendos conflictos morales de desigual amenaza. Cuando Judah, un reputado oftalmólogo, pretende poner fin a su relación extraconyugal, su amante lo amenaza con arruinar su vida contándoselo todo a su esposa; según su hermano Jack la única solución es asesinarla.

Por su parte, Clifford es un director de documentales que se ve obligado a rodar una película sobre su cuñado, al que desprecia”.

Pero una de las películas (de las muchas que existen) que me gustaría traer a este artículo es “El mago de Oz” (1939). Adaptación de la novela infantil, también clásica, de L. Frank Baum, escrita en 1899, la cinta describe las peripecias de Dorothy, una niña que vive en una granja en un triste mundo en blanco y negro, donde el único que parece entenderle es su perro Totó.

“Un extraordinario tornado (recreado con efectos especiales sencillos pero eficaces) la lleva a Oz, un mundo de brillantes colores, ‘más allá del arco iris’, pero que, pronto tendrá ocasión Dorothy de comprobar que de ningún modo puede reemplazar a su casa. En su estancia en Oz, Dorothy hace buenos amigos: el espantapájaros, el hombre de hojalata y el león cobarde, y gracias a la amistad con la niña, cada uno obtendrá lo que le falta para ser mejor persona”. No faltan los ruines –la infame bruja del oeste– o la revelación de que las apariencias, con excesiva costumbre, mienten –el mago de Oz no es quien aparenta ser–.

Tres ideas sobre el acto mentiroso. Primero: La Bruja Buena idea un lúgubre plan escondiendo información a Dorothy. Glinda le dice a Dorothy que, para poder volver a su casa debía buscar a otro mago, ya que ella no tenía poder suficiente. Al final, sin embargo, todos sabemos que la niña solo debía golpear sus zapatos tres veces para regresar a Kansas.

Segundo: Tras encubrir el poder de sus zapatos a Dorothy, la joven concluye pidiéndole explicaciones. Ella razona sus mentiras, asegurando que “lo hacía por su bien y que quería que madurase en todos los sentidos”.

Tercero: Después de acabar con las dos brujas malvadas (del este y el oeste), Glinda logra hacerse con todo el poder de “Ciudad Esmeralda”. Todos sabemos que el poder corrompe a las personas y el caso de la Bruja Buena no iba a ser diferente.

Conclusión: “No sólo necesitamos una determinada proporción de verdad y error como base de nuestra vida, sino también una mezcla de claridad y oscuridad, en la percepción de nuestros elementos vitales. Penetrar claramente hasta el fondo último de algo, es destruir su encanto y detener la fantasía en su tejido de posibilidades” (Simmel, 1980: 377). El secreto en el sociólogo alemán Simmel, nos recuerda que las mentiras significativas (aquellas que sustentan la vida), obligan de un tiempo sereno, amplio, para poder ser conservadas con la complicidad del silencio.

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